Carmelo Flores, indígena y granjero de Frasquia, Bolivia, podría ser la persona más vieja que jamás haya vivido y atribuyó su longevidad a los granos de quinoa, hongos silvestres y hojas de coca. Flores decía que esta dieta tradicional andina lo había mantenido vivo por 123 años (murió en junio de 2014 pasado).
“La papa con quinoa es deliciosa”, apuntaba Flores en Aymara, el único lenguaje que habla. Y aunque debido a que Frasquia empezó a emitir certificados de nacimiento hasta 1940 y por lo tanto es imposible verificar su edad, el boliviano tenía un certificado de bautismo que data de 1890.
Flores vivía en una cabaña en las alturas de Bolivia, y aún en 2013, era suficientemente fuerte para tomar caminatas diarias con sus huaraches de llanta reciclada. El resto del tiempo se sentaba sobre una cobija a ver la vida del pueblo pasar y masticar hojas de coca.