El estrés se ha convertido en un ingrediente del día a día en la vida moderna, aunque puede presentarse en una gran variedad de formas. Puede desprenderse de las presiones laborales, escolares o bien involucrar relaciones sentimentales o dinero. No importa el origen, lo cierto es que todas las formas de estrés tienen algo en común, afectan de formas sorprendes al cerebro.
En cada caso donde el cerebro detecta que nos encontramos ante una amenaza potencial, comienza una serie de reacciones en cadena que involucran tanto a la mente como al cuerpo. Así, se moviliza para combatir la amenaza de dos maneras: abordar el problema (luchar) o evitar el problema (huir). Es por esto que con la aparición del estrés, en ocasiones aparece también la sensación de adrenalina, porque el cerebro inunda al cuerpo de la energía necesaria para luchar o huir.
No obstante, la vida moderna ya no requiere huir de grandes depredadores a los que se enfrentaban nuestros antepasados. Normalmente nuestros depredadores mentales se encuentran detrás de la pantalla de una computadora. Pero el cerebro sigue interpretando que existe una amenaza y por ello pueden aparecer síntomas físicos como dolores de cabeza, dolores en el pecho y en casos más graves la ansiedad hace su aparición.
Es bien sabido que el estrés afecta la salud mental. Pero las investigaciones científicas han encontrado que no sólo es un adversario de la mente, sino que también afecta de formas sorprendentes al cerebro en el plano físico.
Aumenta el riesgo de sufrir enfermedades mentales
Según un estudio publicado en Molecular Psychiatry, el estrés produce cambios a largo plazo en el cerebro. Y estos cambios podrían ayudar a entender por qué quienes sufren estrés crónico son con frecuencia más propensos a sufrir enfermedades mentales.
Al analizar los efectos físicos del estrés en el cerebro, descubrieron que este crea más células productoras de mielina, no obstante, la cantidad de generación de neuronas es mucho menor que la media normal. El resultado de esta alteración en el equilibrio de las células cerebrales es un exceso de mielina en ciertas áreas del cerebro. Al haber más mielina y menos neuronas, se complica la sincronización y el equilibrio de la comunicación entre ellas.
El estrés cambia la estructura del cerebro
La misma investigación encontró que derivado del estrés, la estructura cerebral puede sufrir daños a largo plazo. Sabemos que el cerebro está formado por neuronas y células de apoyo llamadas ‘materia gris’, que se encargan del pensamiento de orden superior, como la toma de decisiones y la resolución de problemas.
Pero también tenemos la llamada ‘materia blanca’, que son todos los axones (terminales de las neuronas que se conectan mediante la sinapsis). Esta es sumamente necesaria para establecer conexiones neuronales entre regiones del cerebro. Se le llama materia blanca por el material del que están recubiertos los axones que es blanquecina, la mielina. La mielina funciona como un conductor de señales eléctricas que es sumamente necesaria para establecer la sinapsis.
Pero el desequilibrio en la producción de mielina, puede conducir a una variedad de problemas a largo plazo. Es decir que el cerebro está modificando su estructura, lo que puede derivar en la aparición de enfermedades mentales a edades más tempranas como el Alzheimer.
Otras investigaciones también encontraron que aparte del desequilibrio de materia gris y blanca, el estrés también afecta la memoria y otras funciones cerebrales. Incluso promueve la inflamación, que afecta negativamente la salud del corazón.