Fumar envejece. Aun así, los mil millones de fumadores que hay en el mundo siguen aferrándose a esta práctica, lo que resulta por demás extraño si pensamos que la juventud y su preservación han sido una idea fundamental presente en todas las culturas. ¿Vale la pena sacrificarla por este hábito?
Respecto a los efectos del tabaco sobre nuestra piel, caben pocas dudas. Un estudio publicado por la NCBI en el 2007 comprobó que fumar ocasiona envejecimiento prematuro de la piel, debido a una degradación del colágeno, las fibras elásticas y los proteoglicanos (encargados de reparar la piel deshidratada), lo que es una reacción del cuerpo a los 4 mil químicos presentes en cada cigarrillo.

Ambos gemelos son fumadores. El gemelo de la derecha ha fumado durante 14 años más que su hermano.
Todo esto impacta sobre el delicado metabolismo de regeneración de la piel, lo que tiene consecuencias que otro peculiar estudio, realizado por investigadores de la Universidad Case Western Reserve de Ohio, pudo demostrar gráficamente.
La finalidad de la investigación era demostrar cómo fumar envejece la piel, específicamente, el rostro. Para ello se tomaron fotografías de 79 pares de gemelos, de edades entre los 18 y los 78 años, que se dividieron en dos categorías. El primer grupo era de 45 pares de gemelos, de los cuales uno fumaba y el otro no. El otro grupo estaba hecho por fumadores, pero en cada grupo un gemelo había fumado por lo menos 5 años más que el otro.
El primer grupo mostró diferencias notables: en el 57% de las fotos, el gemelo fumador se veía significativamente más viejo. En el segundo grupo, el gemelo que más tiempo llevaba fumando se veía más envejecido en el 63% de las fotos.

La gemela de la izquierda ha fumado durante 17 años más que la gemela de la derecha. Hay diferencias notables en ojos y labios.
El estudio no dejó de lado otros factores que envejecen, como el consumo de alcohol o el estrés, pero ambas cuestiones eran similares en los gemelos, debido probablemente a las condiciones culturales y ambientales muy parecidas en las que se habrán desarrollado. Lo que se comprobó terminantemente es que fumar envejece el rostro; pero además puede provocar daño en otras zonas visibles de nuestro cuerpo, como los dientes y las uñas, que tienden a tomar un tono amarillento. Incluso nuestro cabello puede verse afectado, pues fumar parece acelerar también la pérdida de cabello.
Ojalá que el conocimiento de que fumar envejece haga que cada vez más personas dejen el cigarro, pues parece que esa es la única manera de preservar no sólo la anhelada juventud, sino la salud. Afortunadamente podemos ayudarnos de algunos remedios naturales para cumplir esta importante misión, que tiene impactos inmediatos sobre nuestra salud interna y externa.

La gemela de la izquierda es no fumadora, y la de la derecha ha fumado durante 29 años. El envejecimiento en los ojos de la segunda es notable.

La gemela de la derecha es fumadora. La de la izquierda no fuma, lo que la hace tener menos arrugas entre la nariz y la boca.
*Imágen principal: Leif Parsons