La segregación de la ciencia y la filosofía es sólo un intento de descubrir desde distintas perspectivas la razón de la existencia en sí misma. Y preguntarse por la existencia no se reduce a una simple pregunta, sino que aborda en el camino diferentes cuestionamientos que rayan en lo teológico y cosmológico. De ahí que no resulte sorprendente que la ciencia misma tenga su propio argumento que intenta descubrir si fue Dios el que creó el Universo o simplemente este ha existido así desde tiempos infinitos, así es el argumento cosmológico de Kalam.
Pensar en el principio de las cosas es cuestionarse la causa misma de estas, es decir, para qué existe lo que habita en este mundo tangible si no es para cumplir una función. Pero no es tan sencillo como parece, la pregunta de los principios puede aplicarse en todos los sentidos. Uno puede comenzar con cosas sencillas como, por qué existe el dinero. Y la respuesta nos remontará hasta una historiografía de los modelos económicos. Pero conforme uno avanza, entonces las dudas llegan a abarcar otras ideas que ya escapan a nuestro entendimiento. Como por ejemplo, por qué existe el Universo tal y como lo conocemos, pregunta que implica intrínsecamente cuestionarse por el principio del cosmos.
En medio de este enredo de preguntas, surgió el argumento cosmológico de Kalam, que se basa en tres fundamentos que deben resultar enteramente verdaderos y sin lagunas en sus argumentos para que se cumpla. De esta manera si los tres, resultan victoriosos ante el escrutinio de las preguntas científicas, entonces se podría decir que la existencia de Dios es plausible y fue él quien creó el Universo.
Argumento cosmológico de Kalam:
Podríamos pensar que la primera aseveración se responde casi por sí sola al pensar en que no forma parte de la lógica cotidiana que las cosas comiencen a existir por sí mismas. La ley de la conservación de la energía y la materia nos lo ha repetido una y otra vez; la existencia no tiene un origen espontáneo, no importa si hablamos de cosas tangibles o de la energía misma. Después de todo, la idea de que las cosas puedan surgir de la nada suena absurda, si así fuera, entonces socavaría por completo la noción de causa y efecto.
Sin embargo, aseverar que todos los fenómenos que se gestan o se gestaron en el cosmos se rigen bajo esta lógica cotidiana es pensar un tanto ambicioso. La misma idea de singularidad nos lo restriega en la cara, no existe hasta ahora una explicación que no se enfrente al problema de la homogeneidad en el Universo, lo que se conoce como el problema del horizonte.
¿El Universo empezó a existir?
Los científicos llevan siglos intentando descifrar el nacimiento del Universo y hasta ahora han logrado sólo recopilar algunas piezas del enorme rompecabezas. Sabemos que el cosmos surgió en algún punto de estado preexistente que era distinto al actual. Así como sabemos que hace miles de millones de años no existían el Sistema Solar, los planetas y estrellas que observamos hoy en día, y desde luego nuestra aparición ni siquiera era parte del mapa todavía. Pero la materia que conformó las estrellas y todos los objetos cósmicos, hasta la vida en la Tierra, tuvo que provenir de algún lugar.
La ciencia nos ha dicho que la energía primitiva proviene del Big Bang, aquel momento donde la singularidad no nos permite conocer los estados iniciales del Universo y donde todo estaba densamente aglutinado en un espacio casi reducido a cero. Luego vino el estallido que permitió que los primeros átomos se formaran, dando vida a la materia. Sin embargo y aunque parece que encontramos el inicio, realmente no es así. Desde hace décadas se sabe que el Big Bang fue un punto coyuntural, pero no fue en sí mismo el comienzo. Sólo se trato del inicio del Universo tal como lo conocemos. Pero, ¿qué había antes?
Hoy en día los cosmólogos piensan que el Big Bang fue precedido por un estado completamente distinto llamado inflación cósmica. En este periodo, el Universo no estaba inundado de radiación y materia, sino que la energía positiva dominaba. Lamentablemente las características de la inflación borran cualquier memoria cósmica anterior a ella y no se sabe exactamente qué hubo antes. Por lo tanto, afirmar que el Universo comenzó a existir no tiene una respuesta clara todavía.
¿Dios creó el Universo?
Finalmente llegamos a la última aseveración del argumento cosmológico de Kalam. “El Universo tiene una causa para su existencia”. Hasta ahora hemos establecido que, bajo las reglas de la lógica científica, las dos primeras premisas no están del todo probadas. Sin embargo, si asumimos que son verdaderas; decir que Dios creó el Universo podría pensarse sólo en el caso de mirar a este como aquello que propició que el Universo llegara a existir como lo conocemos ahora a partir de un estado de no existencia.
En este caso hipotético, el argumento cosmológico concluiría que hay una causa eterna, inmutable, atemporal e inmaterial que trajo al Universo a existir ex nihilo (de la nada). En cuyo caso contrario, el argumento no se cumpliría y la variable llamada Dios tendría que salir de las ecuaciones de la astrofísica que intentan descubrir de dónde provenimos.