En medio de la densidad de la jungla húmeda de Malasia, un búho asiático de ojos naranjas se hizo observar por primera vez en más de un siglo. La especie ha permanecido oculta entre la inmensidad del hábitat que guarda celosamente al ave de ojos misteriosos, pero gracias a una serendipia ahora sabemos que no está extinto.
La especie de búho cuyo nombre científico es Otus brookii brookii, se avistó por última vez in situ hace más de un siglo. La fecha que data de 1869, fue la última vez que esta subespecie de lechuza rajá se observó en las islas de Malasia. Sin conocimiento del estado de la especie, los especialistas la consideraron fuera del mapa, ya que su cantar no se hizo escuchar por más de cien años.
No obstante, esto cambió gracias a Andy Boyce, quien es ecologista del Centro Smithsonian de Aves Migratorias. Boyce logró captar imágenes del búho asiático de ojos naranjas en la isla Sabah, Malasia. Desde 2016, el ecologista se dedica a la investigación en las regiones naturales en este punto del mundo, pero tras seis años de estudiar la región un aviso inesperado derivó en el avistamiento del ave.
Un aviso oportuno del búho de ojos naranjas
El ecologista reconoce que no estaba buscando precisamente a la especie de búho asiático durante su paso por Malasia. Pero esto cambió cuando recibió el aviso de un colega suyo, quien le sugería la posibilidad de haber avistado al búho de ojos naranjas en la jungla de Malasia. Entonces Boyce emprendió la aventura para encontrarse con el ave.

Andy Boyce
“Si no lo documentamos en ese mismo momento, esta ave podría desaparecer de nuevo durante quién sabe cuánto tiempo”, explica Boyce. “Fue una progresión de emoción realmente rápida. Estaba muy nervioso. Mientras intentaba llegar, tenía la esperanza de que el pájaro todavía estuviera allí. Sentí una gran emoción y un poco de incredulidad cuando vi por primera vez y me di cuenta de lo que era”.
No es que se considerara al búho asiático de ojos naranjas propiamente extinto. No obstante, la baja densidad de población de la especie, aunado a la dificultad del terreno para su investigación científica, han obstaculizado su investigación. Por más de un siglo su cantar y brillantes ojos naranjas desaparecieron de la mira de los humanos y por lo tanto, el conocimiento sobre su estado sigue siendo un misterio. Pero al menos ahora gracias a Boyce y el aviso de su colega, sabemos que el ave no está extinta. Sin duda, un hecho que hay que celebrar considerando la gran cantidad de especies que han perecido en la Tierra.