Comer frutas, además de nutritivo, es sencillamente delicioso. A través de sus sabores exóticos, ácidos y dulzones, las frutas son increíbles fuentes de nutrientes y energía, tales como fibra, antioxidantes y vitaminas.
A pesar de ser un alimento de fácil digestión, hay ocasiones en que nuestro estómago no soporta del todo cierta fruta a cierta hora del día. Cabe recordar que la fructosa natural de las frutas es azúcar que nutre al cerebro y al páncreas, y no causa fermentación siempre y cuando se le combine correctamente. Por ello, es recomendable no ingerir fruta junto con otros alimentos, ya que el azúcar de las frutas fermentará el complemento con el que se le combine, causando descomposición prematura e indigestión.
Además, lo ideal es comer las frutas solas y con el estómago vacío, y esperar a que se cumpla la digestión (aproximadamente media hora) para consumir otro tipo de alimentos. Por ejemplo, combinar pan o guisados con jugo de naranja no es lo mejor para la digestión, ya que la naranja fermentará los alimentos afectando al hígado, de modo que el cuerpo, a la larga, podría debilitarse y ser más propenso a otro tipo de enfermedades.
Para aprovechar al máximo sus beneficios sin perjudicar la digestión, es necesario saber cuáles son los tipos de fruta y la combinación más saludable para nuestro organismo:
Puedes combinar las frutas ácidas con las semiácidas, y las dulces con las semidulces. Sin embargo, evita mezclar más de tres tipos de frutas a la vez, para no sobrecargar la digestión estomacal. Por ejemplo, puedes hacer un licuado de piña con limón y guayaba (frutas ácidas), un licuado de plátano con pera o papaya (frutas semidulces), o un licuado de jugo de naranja con fresas (frutas ácidas).
Y, por cierto: nunca agregues azúcar blanca o refinada, ya que estarías estropeando las cualidades nutricionales de la fruta.