Normalmente tendemos a aislar mentalmente a la fauna entre sí, es decir, la idea del depredador y la presa nos genera una falsa idea de que en la naturaleza no existen los vínculos entre especies, aunque claramente sabemos que sí existen. Por eso cuando se observa una criatura tan poderosa e imponente como un caimán, la simple idea de pensar la cercanía con criaturas tan fantásticas como las mariposas, ya nos causa un conflicto cognitivo. Aunque la realidad es que, de hecho, son buenos amigos y esta fotografía es prueba de ello.
El fotógrafo Mark Cowan es especialista en fauna salvaje, suele buscar los escenarios más impresionantes para captarlos con su cámara. Durante una expedición para estudiar la diversidad de reptiles en el Amazonas junto al equipo de División de Herpetología de la Universidad de Michigan, se topó de frente con una escena en sumo peculiar que no dudó en plasmar con su lente. La instantánea resulta impresionante a la par que ilustrativa, pues muestra la relación que tienen los caimanes con las mariposas.
La fotografía muestra a un caimán descansando sobre un tronco, aunque lo interesante yace en su cabeza, una corona repleta de mariposas vivientes. Cómo es que criaturas tan aparentemente frágiles como las lepidópteras osan acercarse tan íntimamente al imponente depredador. Para comprender este acercamiento, primero debemos comprender que biológicamente las mariposas requieren de sodio para producir sus huevos y también para fortalecer su sistema nervioso. Curiosamente los caimanes acumulan sales en su piel provenientes de sus lágrimas.
Los caimanes también lloran
Los caimanes suelen llorar a menudo, aunque no como lo hacemos los humanos. Lo hacen para mantener lubricados sus ojos que se sumergen constantemente en el agua. Además, también lo hacen para expulsar las sales provenientes del agua en la que nadan frecuentemente. El resultado es una fuente rica en sales de la que se aprovechan las mariposas para mantenerse fuertes.
Por lo tanto, lo que vemos en la imagen es un grupo de tres variantes distintas de mariposas, aferradas cada una a su sección del caimán bebiendo lágrimas de reptil. Pero además de que retrata la relación entre ambas especies, la fotografía tiene una composición espectacular. Si se le mira con detenimiento uno puede percatarse de que el caimán parece estar muy despreocupado, utilizando una corona de lepidópteras.
Gracias a que ha dado vuelta al mundo, ahora más gente conoce esta especial relación entre los insectos alados y los reptiles, que aunque son grandes depredadores, permite que las mariposas se posen despreocupadamente en sus cabezas.