La Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México, informó a través de un comunicado que ‘Toto’, el orangután que vivía en el Zoológico de Chapultepec, ha fallecido. El primate que permaneció toda su vida en cautiverio, murió a la edad de 29 años y 11 meses de edad.
La Sedema a través de la Dirección General de Zoológicos y Conservación de Fauna Silvestre informó sobre la lamentable pérdida de uno de los integrantes más queridos del Zoológico de Chapultepec, el orangután llamado Toto. También informó sobre los esfuerzos del equipo veterinario compuesto por diversos “patólogos y especialistas” y de sus cuidadores, por reanimar al primate. No obstante, la salud de Toto no vio mejora y finalmente falleció, a la edad de 29 años. Un orangután vive en promedio de 35 a 45 años, aunque según el Fondo Mundial para la Naturaleza, pueden alcanzar los 60 años.
El declive de su salud
Según la Sedema, todo comenzó cuando se observó una disminución en el apetito del orangután. Tras revisiones médicas, se le suministró un tratamiento para tratar los trastornos gastrointestinales que manifestó. Sin embargo, un día después de que se iniciara el tratamiento, no se observaron mejoras en su estado de ánimo y apetito, por lo que se tomaron muestras biológicas para determinar un diagnóstico. Luego de esto, Toto “comenzó a consumir su alimento y se mantenía bajo observación permanente y con tratamiento médico”.
Toto el orangután. Sedena
Pero el ánimo de Toto no permaneció estable luego de este primer diagnóstico. En los últimos días se le observó “sumamente deprimido, recostado en su tarima y, a pesar de los esfuerzos por reanimarlo, lamentablemente falleció”, explica el comunicado. No se tienen claras las causas que llevaron a enfermar al orangután del Zoológico de Chapultepec, por lo que se están tomando muestras biológicas para conocer las razones del deceso de Toto.
El vínculo estrecho entre Toto y sus cuidadores
Desde su nacimiento el 26 de diciembre de 1991, Toto el orangután vivió en el Zoológico de Chapultepec. Era un primate muy especial pues era descendiente de dos orangutanes híbridos, es decir, con progenitores de distintas especies. Tanto su madre Lisa como su padre Woody, procedían de madres de la especie de la Isla de Borneo, mientras que sus padres era de la especie de la Isla de Sumatra.
Sedena
El vínculo entre orangutanes madre e hijos es uno de los más fuertes que existe en la naturaleza. Las crías dependen completamente del cuidado de sus madres que les enseñan a desenvolverse en el ecosistema. Sin embargo, los primeros años en la vida de Toto resultaron complicados, ya que su madre no producía la leche necesaria para alimentarlo. Se necesitó una crianza con biberón, por lo que el pequeño orangután estuvo en contacto humano directo durante los primeros siete años de su vida.
Por esta razón, todo el aprendizaje y reconocimiento de su entorno provino de fuentes humanas, generando lo que se conoce como una ‘improntación’ con el ser humano. Es decir, que generó un lazo muy estrecho con la raza humana y no con su propia especie. Algunos de sus cuidadores lo vieron crecer desde hace casi 30 años y emitieron sus mensajes de tristeza ante su pérdida.