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El tiempo mismo va documentando cómo no solo no existe certeza de que los transgénicos son seguros para la salud; también el cómo las grandes corporaciones que venden estos productos han sistemáticamente incurrido en macabros casos y en el boicoteo de información por parte de científicos independientes.
La premisa es sencilla: si no está probada la seguridad de un producto, este no debiese estar en el mercado. Y si lo está, como mínimo los consumidores habrían de tener el derecho a conocer el contenido de sus productos.
Una nueva ley en Estados Unidos llamada Ley de Negación a los Estadounidenses al Derecho de Saber, que ahora está en revisión en el senado pero que ya fue aprobada por la Cámara de Representantes, permite que los productos prescindan del etiquetado que informe a los consumidores si estos llevan o no transgénicos entre sus ingredientes.
Naturalmente, es una ley sospechosa (¿por qué la corporaciones no quieren que se sepa si sus productos llevan transgénicos?) y atenta contra los derechos del consumidores. Esto ha causado preocupación entre muchos ciudadanos, y entre ellos está Tom Colicchio, un chef que es el fundador y miembro del comité de Food Policy Action.
Este grupo tiene entre sus objetivos “mantener la responsabilidad de los legisladores respecto a los votos que tienen efecto en la comida y la agricultura”. Colicchio ha solicitado a chefs de todo el país que firmen una petición en contra de la ley antes citada.
Les conminamos a rechazar cualquier intento de impedir el etiquetado obligatorio de los alimentos genéticamente modificados. Apunta la petición.
Hasta ahora esta campaña ha conseguido resultados sorprendentes: hasta 4.200 chefs de 46 estados han firmado la petición.
Los activistas llaman a la ley anterior la ley Dark, pues conlleva una nula transparencia al momento de decisión de un consumidor respecto a los transgénicos. ¿Y quiénes están detrás de esta ley? En una reciente entre vista Colicchio responde:
Todas, desde Big Ag hasta compañías de comida, están detrás de la Ley DARK. La Asociación de Fabricantes de Alimentos la está apoyando y también compañías como Monsanto, Syngenta y Dow.