Una colisión entre la Luna y la Tierra sería sin duda catastrófica para la vida en el planeta, incluso podría pasar como narrativa para un film de ciencia ficción. Pero, qué dice la ciencia al respecto, ¿realmente pueden chocar la Tierra y la Luna?
Según el argumento de la película llamada Moonfall, una fuerza extrañamente misteriosa y descomunal, saca de órbita a la Luna ocasionando su inevitable caída hacia la Tierra. Lo consecuente es más fácil de imaginar; una colisión inminente entre ambos objetos cósmicos, pero cuáles son las probabilidades de que esto sea posible. La ciencia responde a la pregunta planteada por el film.
¿Puede la Luna chocar con la Tierra?
Pese a que nuestra lógica basada en la física básica, nos empuja a creer que la Luna podría estrellarse con la Tierra si le aplicamos una fuerza misteriosa hacia la dirección del planeta, la realidad es que no funciona tan sencillo como esto.
Si se utilizara una fuerza 50 veces mayor que el campo gravitatorio de la Tierra para empujar la Luna hacia ella, no sería suficiente para mover el satélite ni para acercarla tanto hacia nosotros como para caer directamente a tierra firme. Lo único que sucedería sería que la Luna cambiaría su órbita pero sin ningún acercamiento peligroso sobre el planeta.
Para comprender por qué, antes hay que saber que ambos cuerpos no se mueven de manera independiente uno del otro, sino que se encuentran dentro de un sistema de mecánica orbital. Es decir, están conectados mediante sus campos gravitatorios e inciden uno sobre el otro.
En ese sentido, si se empuja la Luna hacia la Tierra a través del centro de masa del sistema orbital, la acción no cambiará el momento angular. Este puede describirse como la medida del movimiento de rotación que depende intrínsecamente de la masa, la velocidad y la posición de ambos cuerpos.
El momento angular de la Luna es constante, por lo que a medida que se acercara a la Tierra, tendría que acelerar su movimiento orbital. No obstante, al aplicar una fuerza hacia la Tierra lo único que se está consiguiendo es un movimiento lateral que terminará empujando al planeta a cambiar su órbita con respecto al Sol, aunque no en gran medida.
En otras palabras, si se empuja la Luna hacia la Tierra no podría ocurrir un choque entre ambas, sino que se produciría un cambio orbital de la Luna alrededor de la Tierra y en consecuencia, un cambio orbital de la Tierra alrededor del Sol. Por lo tanto, este no sería el camino para provocar la catastrófica colisión, pero todavía queda otro camino.
Una fuerza en contra del movimiento orbital lunar
Si se utiliza una magnitud igual que en el ejemplo anterior, de unas 50 veces el campo gravitatorio de la Tierra pero esta vez en sentido contrario del movimiento orbital lunar, las cosas se ponen un poco preocupantes. Al hacer esto ahora sí se estaría afectando el momento angular de la Luna, lo que significa que la tasa de rotación general se volverá mucho más lenta, lo suficiente como para que la Luna se precipite como una roca en caída libre hacia nuestro planeta.
Por lo tanto, la única forma en la que la Luna podría chocar con la Tierra, sería simplemente congelando por completo la órbita del satélite natural. Lo que es lo mismo que disminuir la velocidad de la Luna a un completo cero, con respecto a la Tierra. En este caso sí que deberíamos preocuparnos, pues el sistema orbital se vería quebrantado y el campo gravitatorio terrestre atraería al satélite aumentando su aceleración a medida que transcurre el tiempo, tal como la gravedad actúa sobre una roca en caída libre.
La respuesta a si es posible que ambos cuerpos colisionen, la respuesta es un sí aunque con un gran pero. Para que esto sucediera, tendría que existir una fuerza misteriosa y de gran magnitud que redujera la velocidad de rotación lunar a cero, aunque es muy poco probable que tales condiciones sucedan. Mientras tanto, nosotros podemos seguir disfrutando del asombroso sistema orbital compuesto por nuestro planeta y su luna.