Las versiones sobre el porqué las personas en México toman tanto refresco van desde la desbordada disponibilidad de estos productos hasta aspectos culturales. Lo cierto es que no siempre los mexicanos han bebido refresco en las cantidades en que lo hacen ahora.
Entre 1989 y 2006, el consumo de soda aumentó en México un 60%, y curiosamente ello coincide con la entrada de tratados de libre comercio que permitieron que los lugares más accesibles para hacer compras, como “tienditas” u Oxxos, fuesen atiborrados de comida chatarra.
Por lo anterior, los especialistas saben que existen mediadas para volver menos accesibles los productos azucarados y disminuir su consumo. En 2014, en este país entró en vigor el impuesto especial (IEPS) a bebidas azucaradas de un $1 peso por litro, que equivale al 10% del precio del producto.
A pesar del escepticismo, a finales de 2014 había disminuido el consumo de refrescos y bebidas azucaradas en un 12% y a la par se registró un aumento de 4% en bebidas sin impuesto como el agua natural, según los resultados de un estudio del Centro de Población de la Universidad de Carolina del Norte y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
La reducción en el consumo se dio en todos los estratos económicos, pero aún más en el de menos recursos, con una disminución de 17% a finales de 2014. Lo anterior podría explicarse por el aumento de pobreza de un 1% de 2012 a 2014, lo que implica menos ingresos; pero lo cierto es que la disminución en el consumo es más alta aún que esa proporción.
En los últimos meses de 2014 las familias más pobres no sólo habían reducido el consumo de bebidas azucaradas en sus hogares sino que también estaban gastando menos en estas bebidas, ya que la baja del consumo alcanzó 17% hacia el final del 2014, esto quiere decir que la reducción está superando al impuesto y, por lo tanto, el total del gasto en bebidas azucaradas es menor” declaró el activista y miembro de el Poder del Consumidor, Alejandro Calvillo.
La disminución de 12% es importante considerando el consumo exponencial que por tantos años mantuvo el mercado de bebidas azucaradas, por supuesto estos deben acompañarse de políticas públicas integrales para paliar la obesidad y la diabetes. Sin embargo, así lo celebra la Alianza por la Salud Alimentaria, se trata de una buena noticia aún en sus dimensiones.
Twitter de la autora: @anapauladelatd