De acuerdo con el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, la demanda global de agua potable incrementará más de 40 por ciento, provocando que al menos una cuarta parte de la población del mundo viva con una “crónica” o “recurrente” escasez de agua potable. Esto, de manera irremediable, promoverá “tensiones relacionadas con el acceso al agua en todas las regiones”, en especial en las tres cuartas partes de los 193 Estados que integran la ONU al compartir ríos o lagos con vecinos.
La realidad es que la escasez del agua comprometerá la paz y la seguridad en diferentes regiones del mundo. En palabras de Guterres, “A falta de una gestión eficiente de nuestros recursos hídricos, corremos el riesgo de que se intensifiquen los conflictos entre comunidades y sectores, incluso de que aumenten las tensiones entre países.” De hecho no es la primera vez que se pronuncia la hipótesis que los efectos del cambio climático, como la escasez de agua, está fuertemente relacionada con la incidencia de guerras incluso al interior de un país; por ejemplo, desde 1947, en Bolivia han ocurrido 37 conflictos entre países relacionados con el agua.
En un comunicado de la ONU, Guterres ha dejado en claro que “la Organización de las Naciones Unidas está preparada para ocuparse de una diplomacia preventiva para evitar que la competencia por el agua encienda conflictos. […] Nuestro planeta, la familia humana y la vida en la Tierra atraviesan una crisis del agua que se intensificará en las próximas décadas. Si los patrones de consumo se mantienen, dos tercios de la población mundial vivirán con escases de agua para el año 2025.” Cuando en realidad, en este momento hay más de 800 millones de personas que carecen de acceso a agua potable, y más de 2 500 millones que no cuentan con sanidad básica.
Además, a lo largo de este comunicado se dejó en claro que “la disponibilidad limitada de agua potable acentúa la importancia de afrontar el problema y de asegurar que el acceso a agua potable sea compartido y no se convierta en la causa de conflictos domésticos o internacionales.” Como fue el caso de sequía en Somalia, el cual ha “ocasionado una intensa escasez de alimento y amenaza con una hambruna, y la falta de agua potable que está exacerbando la crisis ocasionada por el grupo extremista Boko Haram en el noreste de Nigeria”.
Por esta razón se ha solicitado el apoyo del mundo para “cumplir las metas de la ONU para 2030, y así mejorar el acceso de agua potable y saneamiento, así como un mejor manejo de los recursos acuíferos compartidos por países.”