Pese a que se ha promovido el uso de la miel para numerosos malestares, un estudio de la Universidad de Texas A&M demostró que el 76% de las mieles comercializadas son alteradas y ultrafinadas con el fin de eliminar las impurezas y el polen. Esto quiere decir que, cuando se convierte la verdadera miel en ultrafina, además de impurezas, se eliminan vitaminas, aminoácidos, minerales y propiedades tanto antibacterianas y antivirales como antifúngicas características de este alimento. Es decir que la mayor parte de miel que se vende está adulterada, por lo que no sólo pierde su calidad, sino que también cuesta más caro.
En palabras del presidente de la Asociación Americana de Productores de Miel, Mark Jensen, “estas mieles fueron producidas de manera ilegal y se les ha quitado el polen para no poder rastrear su procedencia”, por lo que en el mercado existen mayoritariamente mieles adulteradas y mezclas de miel con soluciones de glucosa y agua. Y es que la investigación de la Universidad de Texas A&M, lidereada por Vaughn Bryant, demostró que
“una miel que no contenga polen en su composición no se puede considerar miel ya que pierde todas las propiedades nutritivas y saludables. Por esta razón se ha analizado la cantidad de polen para determinar la calidad de la miel sometida a examen”.
Según Bryant, en el caso de los pequeños comercios, el 76% de los productos no contienen polen; en los grandes almacenes, 77% y en farmacias y restaurantes de comida rápida, el 100%. La miel que se consume en estos sitios ha pasado por un proceso llamado “ultrafinado”, el cual consiste en calentar la miel a altas temperaturas, pasarla por filtros muy finos y adulterarla con agua para conseguir más cantidad para vender. A lo largo de estos filtros se queda el polen y con él cada una de las propiedades nutritivas o curativas de la miel. En otras palabras, la miel pasa a ser un edulcorante.