Una nueva organización de plantaciones de bambú le da un respiro a los refugiados de Kenya y a los bosques del lugar al proporcionarles plantíos de éste pasto como material de trabajo y sustituto de la madera.
En un campo de refugiados en África, el bambú está formando las bases de una nueva economía. Miles de personas desplazadas de la Región Forestal Mao, uno de los últimos y más importantes bosques en Kenya, han recurrido al bambú para ganarse la vida, en lugar de talar los bosques.
El Bam Craft project, administrado por las Naciones Unidas, el Instituto de Investigación Forestal de Kenya y apoyados por Japón son los responsables de iniciar una transformación económica que beneficiará tanto a los trabajadores como a la ecología. El bambú, dado su rápido crecimiento y las condiciones adversas en las que puede brotar, tiene mayor grado de sustentabilidad y producción que la madera arbolar. Esta planta gigante, sorprendentemente de la familia del pasto, proporciona comida, casa, biogasolina, medicina y filtros de desalinización a quines la cosechan.
Aunque las virtudes del bambú no sean nuevas, el interés en estas sí lo es. El bambú se ha dejado de considerar la “madera de los pobres” para convertirse en el sustituto de madera más prometedor, y con más posibilidades de generar empleos rurales.
Los muchos trabajadores refugiados en Kenya tienen hasta ahora alrededor de cuatro hectáreas de plantación de bambú para construir mesas, sillas, canastas, escobas, collares, platos, pipas o incluso copas de vino.
La organización aun es pequeña pero podría ser la vía para fomentar el trabajo rural y los programas de reforestación en tierras infértiles o baldías, y mostrarle al mundo los muchos usos y ventajas que tiene el bambú.