Gracias al internet, hace unos cuantos meses, el mundo entero fue testigo del nacimiento de una nueva isla en Japón. Videos e imágenes del evento se convirtieron en fenómenos virales en todas las redes sociales y noticieros.
Sin embargo, ¿te has preguntado cuál es el proceso de este acontecimiento natural? Pareciera que las islas volcánicas se manifiestan de pronto, emergiendo del océano como un Kraken, criatura marina de la mitología escandinavia y finlandesa. Pero en realidad, son porciones de tierra que llevan un proceso de vida: nacen, se desarrollan y, eventualmente, regresan al fondo del océano.
De acuerdo con la científica canadiense Mika McKinnon, hay volcanes que hacen erupción debajo del agua, formando una tierra que sale a la superficie como una nueva isla; las cuales evolucionan y cambian conforme pasa el tiempo:
Las islas volcánicas nacen debajo de las olas, creciendo como un piso marino a través de incontables erupciones. El volcán rompe con la superficie, y una nueva tierra saluda al sol.
Por ejemplo, en 1974, la isla Nishino-shima adquirió una nueva área a partir de pequeñas erupciones marinas. Con el paso del tiempo, la tierra empezó a ser habitada por plantas. Para noviembre 2013, nació una isla vecina, Niijima, la cual se unió finalmente con Nishino-shima.
Entonces, conforme las erupciones continúan, una nueva isla emerge. Puede suceder que las erupciones sigan marcando su camino a través de la tierra: la lava recorre sus costados, liberando gases nocivos.
No obstante, las erupciones eventualmente cesan y dan paso a un estado de inactividad. Es así cuando la tierra se convierte en el hogar de diversas especies de corales, quienes protegen sus bordes. Al no formarse ninguna roca nueva, empieza a surgir la vida en esa tierra. Y conforme la erosión gradualmente adhiere la roca a la tierra, ésta inicia un proceso de enfriamiento.
Un ejemplo de este fenómeno es Tahití, isla que se creó a partir de erupciones volcánicas y adoptó su forma a través de la lluvia. El volcán más antiguo de Tahití data de 1.4 millones de años, cuyo domo era originalmente simétrico; dado que sus flancos al norte y al sur colapsaron (hace 860 000 años), un nuevo volcán surgió dirección septentrional, inundando las cuencas de lava; en consecuencia, las montañas del norte resultaron ser más altas que las del sur. Después, las fuertes lluvias tropicales erosionaron los valles, forjando cañones de hasta un kilómetro de profundidad. De pronto, las plantas surgieron, ocultando la roca volcánica del suelo.
Y es así cuando diversas colonias de corales prosperan al borde de la isla, manteniéndose cerca aún si la tierra regresa al fondo del océano, con el fin de formar alrededor una barrera protectora. Un modelo de esta situación es Maupiti, la punta de un volcán de 213 metros por encima del mar. Está rodeada por una barrera de islas y arrecifes de coral. De hecho, cuando Tahití no era más que un basalto volcánico, Maupiti ya era un área de arena blanca, fragmentos de coral y de conchas.
Y finalmente, de pronto, la isla regresa al fondo del océano. Los arrecifes y un atolón se quedan en su lugar para enterrarlo, haciendo memoria de lo fue una maravilla natural.